Dos días, sólo y únicamente dos día, es lo que puede recopilar para mi Dios en Flores y ni uno más, saliéndome un ramo de flores en suma muy delgadito casi como si fuera de una sola rama floral, pero en fin, mi ideal era hacerle a mi Altísimo Señor y Padre mío y de los hombres, uno muy gordo en unos trece días, pero esa bienaventuranza no fue para mi, al menos por el hoy, pues convincentemente creo, que habrá muchas probabilidades más de unidad o solidaridad por el amado pueblo hermano de Haití.- Sí, mi siento feliz, algo se a renovado en mí o tal vez muchas cosas, como que veo más hermoso y fácil el todo, siento un fuego muy dulce en todo mi ser, simplemente me siento gozosa y ello se debe a que fui Aceptada, sí, Aceptada sin saberlo, siendo ayudada por el buen Señor Dios, a incorporarme por unos maravillosos días en pro de los flagelados haitianos y donde puede contemplar dichosamente asombrada, como el pueblo de México, mi nación querida, llega cargada en amor por sus hermanos los haitianos a depositar desde que Dios abre el primer rayo de Sol, hasta que anochece, abundantes alimentos de todo tipo con verdadero cariño, conmovidos y con sus almas convertidas en innegables rayos de fecundos soles para abrigar, curar, ayudar, apoyar, auxiliar, consolar y hacer sentir dentro de lo posible a los hermanos haitianos, que México junto con el mundo, ésta con ellos y seguirá estándolo hasta donde humanamente pueda.- Si, he sido testiga del vasto amor que existe en mi nación como en los pueblos hermanos del mundo, hacia los haitianos, pues aún los más pobres, los más necesitados o que van al día, llegaron amorosos a entregarnos su valiosísimas despensas con lo necesario o esencial, para el doliente pueblo hermano.-Vi en muchos de los voluntarios, dolor, contenido llanto y una felicidad muy discreta en sus servicios, pero lo que más he admirado en ésta labor del Cielo, es que la mayoría de ellos, de esos santos voluntarios, podrían ser mis hijos, por no llegar a los treinta años y ser el 80% de todos ellos, que en lugar de irse todos esos jóvenes extraordinarios al reventón, fueron a estarse horas y horas de intenso trabajo desde el llegar, hasta el anochecer sin parar, pues hasta llega a doler la espalda, las piernas y hasta lastimarse las manos por ese amor infinito y ese afán desesperado de hacer llegar las cosas, hasta Haití, lo más rápido posible, enterándonos de un embarque tras otro.- Si, y eso nos quitó siempre toda dolencia, todo cansancio y reinó en ese lugar celeste, una hermandad impresionantemente bella.- Pero sin dejar de admirar con arrobador encanto, la plausible nobleza existente en nuestros jóvenes y quienes para mi, son simplemente ángeles sin alas, elegidos del Señor y por quienes la Tierra, se detiene indudablemente en llegar a estrellarse o desintegrarse a maldades que llegamos a conocer de todo tipo por demás, altamente indignantes, innombrables, aborrecibles y hasta diabólicas.- Pero cuyos efectos de la cólera de Dios se detienen o hacen pausa, a causa de existir notables seres de todas las edades, relevantes, sublimes, justos, amantes y como lo infinito de los mares, de los cosmos y las galaxias enteras, puros he incorruptibles, porque se ven normales, pero no lo son, son seres especiales, son los Benditos del Señor, porque ellos no permiten que alguien llegue con soberbia,(en todos los campos, así son ellos) con prepotencia o con aires de grandeza o con abusos determinados, que porque vienen de parte de no se quien, al con sabía postura hacer huir, sentirse mal o llegar a verse o contemplarse como en un espejo, sus propias miserias de indolentes vanidades, haciendo con ello que desaparecieran, más de algún gandalla, lleno de pena y de vergüenza, pero para con ellos mismos; quedando en lo personal, enamorada de la virtud excelente en tales grupos de gentes, genuinamente buena, sin adornarse, sin pronunciar palabras, sin herir jamás a nadie, sino mostrando en forma ejemplar y por demás, atinadas formas y hechos que reflejan a personajes celestes y en cuyos rostros, siempre descubrí una hermosa sonrisa, una mirada milagrosa y unas manos firmes, fuertes y profundamente amorosas en pro de la humanidad entera.- Porque son gentes santas, bienaventurados o simplemente ángeles sobre la faz de la tierra, y yo, yo fui aceptada a convivir y compartir con ellos, absolutamente todo sin medida alguna y fui amada por ellos, considerada y mimada.- ¿Mi Dios que más quiero? Por ello, me siento feliz, porque hacer el bien, es llegar a sentir inenarrablemente a Dios dentro de mi.- Pero sobre todo, saber que en mi nación, existen ángeles por doquier o decididos a morir por tanto amar al prójimo.- Dios bendiga a mi patria y al mundo.-
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Domingo 24 de Enero del 2010
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