lunes, 23 de noviembre de 2009

El Anillo Hurtado.-

Isabela siempre fue muy cuidadosa y tratándose del anillo de su madre que siempre traía consigo en su mano, no se diga, pues era para ella, el mejor regalo del mundo, incomparablemente.- Un buen día como otro cualquiera, se encontraba muy ocupada en un ir y venir al mercado, al súper y demás, porque uno de sus niños de catorce años, cumplía años._ Por cierto su joven hijo, no estaba ya muy contento en que le festejeran su onomástico, pues él decía preferir hacerlo con sus amigos en un determinado salón de eventos.- Sólo que la casa de Isabela era muy grande, aderezada con bello jardín y palmeras, más las amorosas palabras de su esposo, le hicieron por esa última vez en que hizo fiesta para el mayor de sus hijos, continuar con los preparativos.- Esa noche Isabela y su empleada doméstica, durmieron como angelitos, en suma agotadas, pero ya todo había quedado listo para el día siguiente.- Muy temprano Isabela y su marido, junto a sus otros hijos y algunos familiares que llegaron muy de mañana, cantaron las mañanitas al hijo mayor de Isabela, pues era su cumpleaños y entre aplausos cuando el muchacho salió de su recámara, fue recibido jubilosamente, junto a un mar de muestras de cariño.- Y las horas corrieron como minutos y pronto dieron las tres de la tarde, llegando muy puntualmente, un precioso pastel y gelatina juntos, observándose una de las mesas del jardín, al ahí colocarlos, primorosamente adornada.- Y ya por llegar los invitados, Isabela notó con alarma máxima, que el anillo y regalo último de su madre querida, no lo traía en el dedo acostumbrado.- Al punto recordó, entonces, que en una de sus actividades de la cocina, se había requerido, quitarse su valiosa sortija.- Corriendo fue por el, solo que al tardar, la alcanzo su esposo, familiares y algunas amistades presentes, hasta la cocina, encontrando a Isabela, sumamente mortificada y totalmente casi tirada sobre el piso, buscando afanosamente, su preciado anillo.- Su hijo el cumpleañero, a la tristeza en su madre, continúo su labor, vanamente, haciendo lo mismo, familiares y amistades.- Al barrer toda el área la empleada domestica y nada encontrarse, sin poderse contener Isabela, lloro desconsoladamente su irreparable pérdida, mientras todos la rodeaban buscando palabras y formas de consolarla.- A la llegada de los invitados,Isabela se fue calmando, pronto la música, los bailes, los chistes, los juegos, las bromas y demás, logró calmar a Isabela, que no se resignaba en dejar las cosas así nada más.- Y pasada la media noche, tras una espectacular fiesta ofrecida en honor del primogénito de la familia, los invitados se fueron retirando en suma agradecidos.- Y aconteció, que al acercarse un grupo de comensales en número de diez, para despedirse del homenajeado y sus encantadores padres, tras ellos estar llenando de halagos al festejado, agradeciendo las invitaciones a sus padres y alabando la bella tertulia vivida, en forma por demás inusitada y admirable, algo brillante y llamativo, salto asombrosamente de entre el grupo, cayendo al piso con cierto peso y sonoridad.-Al momento, todos haciéndose a un lado, se dieron a una búsqueda automática, impensada y detallada, sobre lo refulgente que cayera al suelo.- Encontrando a los pocos minutos, el anillo de diamantes de Isabela montado en oro de dieciocho quilates.- Isabela sin poderse contener, lloró al Cielo agradecida por su tan idolatrada y singular joya recuperada, mientras los invitados mirándose entre sí, sonreían nerviosamente incrédulos al suceso por ellos atestiguado, sin dejar de proclamar en ello, un verdadero milagro a la forma increíble, en Isabela, de la recuperación de su preciosa y amadísima sortija.- Que hubiera aparecido rebotando de entre ellos, ruidosa y relucientemente, para tornar a su legítima dueña.-
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23 de Noviembre del 2009.-

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