martes, 12 de enero de 2010

LOS TEMORES DE UNA ESCRITORA.-

El pensamiento de una escritora es universal y por ello, regularmente ésta como un volcán en erupción, pero es tal cosa en hechos, que constantemente se tiene que retener con la leal objetividad de no permitir arrollar en singular fantasía, una vida de maravilla normal.- Es decir, no se puede permitir y mucho menos dar lugar, al soñar, esas son quimeras muy especiales y dones para muchos, pero no para alguien que crea o construye mundos de las eras o espacios que los demás no ven, a través de hilos de plata, oro y luna de colosal dimensión en esfera sideral.- Pues es mejor vivir en dulce soledad rodeados de místicas voces, que perseguir un sueño que siendo de cristal tal vez dicha pompa hecha de luces, viento y anhelante voluntad, no pueda ser concebida por tantas y tantas cosas que retienen la realidad, por cadenas que nos ponen las diversas sociedades, las familias, amistades y en muchas ocasiones, nosotros mismos por necios sin más o fundadas en temores muy apegados a experiencias pasadas, presentes y ni pensar en futuras que no deseo se repitan lacerantes situaciones que por más que deseemos que no se puedan en formas diferentes volver a presentar, por desdichas del destino y muy clara la esencia del sendero por andar, mucha de esas brechas, pueden hundirse bajo mis pies aunque les ponga alas para volar, pues sería tan grande el dolor, que me dejaría caer.- Por ello y a lo sustentable de la realidad, no me permito soñar, fantasear sí, pero eso es diferente, nada que ver con lo que espero de la vida si es que no me sorprende mientras duermo en los amantes brazos de Morfeo, la delicia de la muerte, que siempre le he pedido a mi buen Dios, sea de ser posible lo más serena posible o quedarme envuelta entre el sueño y la eternidad.- Hoy he besado un ramo de flores, que he llenado de llanto, creo que lo he regado más yo, que la misma lluvia del cielo con quien no he querido competir, simplemente mi hermoso arreglo floral que he recibido ayer por la noche, es todo el en su extraordinaria hermosura, que me invita a ser feliz, un sueño de hadas color de rosa, una petición cierta he innegable a creer que el amor a todos reviste constantemente de viva y esencial sublimidad con que debemos cubrir sin egoísmo y constantemente a los demás.- Mis dulces flores algunas por brotar aún cautivas en su bella canasta, me invitan en silenciosa oración, a no perder la fe, pues en ello veo, el portento de Dios que florece en nuestro ser.-
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12 de Enero del 2010

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