martes, 17 de agosto de 2010

MEDITACION...

Cuando guío mis pasos alejados de las cosas cotidianas de la vida, para purificar mi mente, cuerpo y alma sedienta de cambiar tanta rutina, al levantar la vista descubro en lo alto como una cima divina, las cosas más bellas que inspiran a ser buenos por todos los ángulos existentes en maravilla. Y entonces, elevado el espíritu hasta las cosas sumas, contemplo extasiadas las nubes todas, como caminan con mansedumbre sobre atmósferas que las sostienen entre sus brazos de sedas hechos de alientos de vientos y como vaporosas lucen una blancura inmaculada como novias eternas de los dioses. Y entonces entre tantos juegos santos, aparece no lejano, el soberano sol enamorado de ellas, aderezándolas al punto, de hermosuras de colores que las hacen aparecer como las hadas de las flores o turrones deliciosos de ricas nieves en su punto. ¡¡¡Ah, pero todo en ellas es magia, porque veo súbitamente aparecer en imágenes vivamente y sin engaños, borreguitos de colores, pajarillos, hombres de titánica estatura o a una madre adormecida junto a su niño en portales o vastos senderos en ascensos como de escalas o de helechos o bien panoramas tan preciosos, que son pinceles o pinturas obras en verdad excelsos, imaginando al momento al Señor de la Creación entera, dibujando tanta singular belleza para calmar a los hombres y obsequiar en todo ello, mensajes de gran prudencia.-Uno tras otro, uno tras otro, los milagros nos hablan de los firmamentos por todas partes, sólo los hombres necios, los que permanecen encerrados y con insaciables sed de avaricias desdichadas, se encadenan a mereced de oscuridades satanizadas y ya envueltos en tanta infamia o locura, desean que los demás cometan sus mismas infamias carcelarias. Pero la sabiduría del hombre cuerdo, del que así mismo se conoce, se hace a un lado y le dice con ello en forma discreta, que puede quedarse con todo para que los abismos pronto al abrirse en querellas, se lo traguen sin medida. Porque la paz y lo noble huye al instante de aquel se hace esclavo de lo material y lo vano que suele morir al instante.- Para que quiere el hombre albergar tanta riqueza, palacios y mujeres, placeres y tesoros, si apenas si bien lo piensa, en una medida correcta, su existencia es una velita de llamarada pequeña, que se me figura en cierto que si mucho yo le pongo a la dicha llamita aceite para que más encienda en mi afán de largos años, como que termino entonces por apagarla más pronto.-
Cuando me entero de tantas muertes, desgracias de todo tipo, que los cielos se congestionan, que los mares bufan furias, que los vientos golpean y destruyen, que los granizos matan, que la tierra abre su boca en mortal amenaza, que los insectos más pequeños que de un soplo se desbaratan hacen huir al hombre, que los alimentos mueren a una lluvia del cielo reducidos a cenizas, que los hombres no se entienden, que todo se les dificulta, que los sentimientos naturales de afectos y cosas ascendentes para una vida de éxitos o de grandes venturas que todo viviente alienta para cumplir sus procesos, parecieran ser perversos, que los niños ya no tienen sus inocencias completas, porque les inyectan maldades aún los padres confusos llevados de tantas penas o que los voces de los ancianos ya ni los escuchan los ecos, ni por disimulo cierto, ante tantas situaciones erradas que las avaricias en sellos, ponen en ruinas las metas de toda ciencia y cosas que se avecinan, que dizque como en marejadas o torbellinos que todo lo desmorona como polvos del camino.-¡¡En eso mismo se han convertido los destinos de los hombres, porque así lo dispusieron por tomarse todo el vino de los placeres sin tino¡¡¡ Por todas estas cosas que me traspasan el alma, cuando todo tiene remedio y nadie comienza nada, al mirar al Cristo mio tan solitario en completa calma, miro en su rostro divino, mucho dolor y tristeza, porque habiendonos obsequiado tantos y tantos prodigios de continuos mañanas, tardes y noches, seguidos de singulares dones y futuros tan enormes, pero deteniéndolos el hombre, para irse guardando brillantes, perlas y broches, que al final todo es quimera, por su vida pasajera, nada vuelvo yo a entender y se me figura el hombre al desearlo disculpar para que no pague por tamaños disparates dignos de condenación, una muñeco descompuesto que anhelo ver en mi taller, y una vez bien dispuesto, volver todo en ceros los mundos y los destinos, los sueños y los caminos, con amores y unidos, en un cielo de esperanzas de hermandades sin distingos, reiniciar una vida en la tierra, pero como debe de ser, al compás de lo que somos, seres pensantes, de trascendentales actos y no pequeñeces de impensables actos. ¿Oh es que mi Dios, nos hemos reducido matando nuestro espíritu o Tú Divino Aliento? ¡¡¡Desgracias de desgracias de ser así¡¡¡
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Martes 17 de Agosto del 2010

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